CUENCA DE GAUCHOS E INDIOS
Nuestra provincia es un paño verde salpicado por lagunas
redondas como gotas de mercurio, que van siendo unidas
por unos pocos arroyos que llegan mansamente, sin
torrentes bravos, a un río de llanura lento y desbordable
llamado Salado. Sin sobresaltos y con sólo una ciudad
en su entorno, transcurre hasta entregarse a una bahía
mitad mar y mitad río, que lleva el nombre de su hermano
menor, Samborombón. Por este curso que cruza nuestra
provincia o por los canales y terrenos de inundación
de la bahía, se puede navegar en kayak o aventurarse
a explorar sus reservas naturales vírgenes.
Entre el hermano mayor y el menor están los restos
de un antiguo río, que se convirtió en delta hasta
que sus islas se juntaron y el río desapareció formando
decenas de lagunas. Casi es posible saltarlas de a
una y vivir su historia como en un cuento, o su presente
de generosa pesca de pejerreyes y tarariras.
Oportunidad para visitar o dormir en sus estancias
coloniales y aristocráticas, cuna de la explotación
agrícola y del ganado cimarrón, criado con pasturas
salvajes de cuando la Pampa no tenía alambrada y los
dueños de la tierra la trozaban con zanjeadas. Por
aquellos pastos altos, se movían los primeros habitantes;
vivieron los indios Pampas que los españoles no conocieron,
y hasta allí se extendió la Confederación Araucana:
los indios amigos de Martín Fierro, nuestro más ilustre
gaucho en las letras del poeta José Hernández. ¿¡quién
pudiera tomarse unos mates, montar un potro, beber
un buen vino y acostarse bajo el cielo estrellado
en la nariz con una guitarra para soñar ser ese gaucho
libre que escapó de la civilización!?. Eso puede hacerlo
en la región del Salado.
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