Los orígenes

La Región Chaqueña, de la que formaba parte la actual provincia de Formosa, estaba cubierta por un inmenso lago-mar de aguas salinas, no salitrosas -hasta cerca de los 7.000 años antes de Cristo-, que llegaba hasta las pampas del actual territorio argentino y cuyos sedimentos se depositaban sobre los fragmentos hundidos del macizo de Brasilia. Esa zona anegada constituía entonces un freno antropodinámico que impedía el acceso pleno a la región, pero posteriormente se fue secando y sus límites comenzaron a achicarse con lo que se fue abriendo la entrada a los primeros habitantes. La fauna existente entonces contaba numerosas especies de grandes mamíferos, como el gripoterio, el megaterio y el onchippidio, o pequeño caballo, cuyos restos se encuentran fácilmente en las costas de riachos como el Salado.
Después de la llegada de los primeros pueblos con cultura de cazadores de tipo simple, y de otros que también se dedicaban a la caza pero con mayor tecnología, por lo que fueron llamados superiores, llegó la forma cultural antecesora de los agricultores: los llamados plantadores-cazadores, o plantadores inferiores, que lo hicieron desde la zona andina y por los grandes ríos de la región amazónica.
Todos estos grupos, que conformaron una unidad que algunos estudiosos llaman la cultura chaqueña arcaica, se expandieron mucho cuando incorporaron a sus costumbres el uso del caballo.
Mucho después, también desde el norte, se produjo la entrada de la cultura de agricultura media, o de la horticultura, representada en su mayoría por guaraníes, Estos trajeron consigo elementos que aún persisten, como la canoa, el arco pescador, la flecha larga de caña, la hamaca y también la costumbre de abrir el monte en rozado para cultivar. Por el oeste, y ya casi en los tiempos de la conquista, fueron ingresando a la región elementos de las culturas andinas, como la tejeduría de la lana, cerámicas especiales, la ojota, el poncho y el telar andino.
Esta confluencia de objetos, estilos y rasgos culturales tan heterogéneos ha sido la causa principal de que el sector chaqueño haya sido llamado por los estudiosos región de cultura abigarrada o embudo cultural.

Formosa y la nación

Hacia el último cuarto del siglo pasado la República Argentina había logrado al fin superar la guerra civil que la desgarró en su interior, prácticamente desde que rompió con España, y se encaminaba en forma resuelta a constituirse en una sociedad moderna.
Dos tareas esenciales resumen las metas del programa político que los hombres que ganaron la guerra civil se aprestaban entonces a concretar: construir el Estado Nacional con sus instituciones fundamentales y conseguir para la Argentina un lugar en el mundo, aprovechando la coyuntura internacional y desarrollándola como proveedor mundial de productos agropecuarios. El primer propósito implicaba ocupar efectivamente el territorio patrio heredado de la colonización, definir sus límites, poblarlo y ejercer el control jurisdiccional, mientras que integrar el país al mundo como proveedor de materia prima agropecuaria obligaba a ensanchar las fronteras productivas, incorporar nuevas tierras a la producción, colonizar y abrir nuevos mercados.
Así se resuelve la cuestión capital con la federalización de Buenos Aires; se definen los límites internacionales con Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia y Paraguay; se realizan las campañas de ocupación
territorial y contra el indio en el norte y en el sur del país, conocidas como la Campaña del Chaco y la Campaña del Desierto; surge el ejército nacional y se crean y consolidan las demás instituciones propias de un Estado moderno. Paralelamente se concreta n las políticas que definen el modelo agroexportador: el fomento de la inmi g ración europea, la Ley de Colonización y la construcción de ferrocarriles, entre otras.
Es precisamente en este contexto de consolidación de la unificación interna del país, uno de cuyos síntomas es la afirmación del Estado, cuando se funda la capital de la futura provincia de Formosa y se coloniza el Chaco argentino como parte de una política dirigida a ocupar efectivamente toda la inmensidad del territorio patrio.
La futura provincia de Formosa, y más concretamente su capital, nacerá como consecuencia directa de la resolución de límites entre la Argentina y la Répública del Paraguay.
Al finalizar la llamada Guerra de la Triple Alianza que la Argentina, Uruguay y Brasil llevaron a cabo contra el Paraguay, quedó en disputa un territorio al norte del río Pilcomayo, en el Chaco boreal, que tanto la Argentina como Paraguay consideraban propio. El fallo arbitral del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Rutherford Hayes, del 12 de noviembre de 1878, dio al Paraguay la posesión de esos territorios y en cumplimiento del compromiso internacional contraído el gobierno argentino ordenó a sus tropas entregar la zona y buscar un sitio apropiado para fundar una nueva ciudad que sería capital provisoria del Chaco argentino.
El comandante Luis Jorge Fontana fundó así, el 8 de abril de 1879, la ciudad de Formosa, que hasta octubre de 1884 sería capital del entonces Territorio Nacional del Chaco y que actualmente es compartido por las provincias del Chaco y de Formosa. Nacida en un momento crucial de la construcción de la Argentina moderna, la futura provincia de Formosa tendría un desarrollo de características particulares como sociedad regional, condicionada siempre por los avatares históricos de la sociedad nacional.
La evolución de la provincia muestra tres ciclos bien definidos en su desenvolvimiento como sociedad y un cuarto que es el que se ha desarrollado durante las dos últimas décadas.
A partir de la fundación de la ciudad de Formosa en 1879 se desarrolla un primer período que llamaremos ciclo militar, que se extiende hasta 1917 y que estuvo caracterizado por la lucha contra el indio, el asentamiento poblacional y la distribución de tierras del nuevo territorio. En su transcurso dos corrientes colonizadoras poblaron Formosa: la del este y la del oeste. La primera venía desde Corrientes y desde el Paraguay y ocupaba las zonas más húmedas, cercanas a las confluencias de los ríos Pilcomayo y Bermejo con el Paraguay.
La segunda se estableció en el oeste del territorio, que si bien en la actualidad está en un marcado proceso de desertización, por aquellos años mostraba llanuras cubiertas de vegetación y tierras aptas para la explotación agropecuaria. Esta doble influencia poblacional marcará nítidamente el desarrollo sociocultural de la provincia: lo guaranítico en el hombre del este y la fuerte personalidad salteña en el del oeste. En 1914, al culminar este ciclo, en el que también se notó con fuerza el accionar de las misiones franciscanas, la población del territorio llegaba casi a los 20.000 habitantes.
El segundo período, llamado de la madera y el ganado, se caracterizó por la incorporación de la producción regional al mercado nacional e internacional y duró desde 1917 hasta 1940. En esos años se registró uno de los mayores ritmos de crecimiento económico y poblacional en la historia de Forrnosa. La explotación forestal, la ganadería, la expansión del comercio y las comunicaciones fueron los principales factores de ese desarrollo, que encontró en el ferrocarril y en la navegación fluvial los auxiliares ideales para ese avance.
L
a población llegaba a 114.000 habitantes y de ese total el 80 % era rural. Los productores ganaderos del este del territorio se dedicaron a la cría de animales de muy buena calidad y pocos pero poderosos establecimientos concentraban el mayor número de cabezas de ganado. En esos años la fábrica de tanino La Formosa S. A. y la Compañía Quebrachales Dubois producían el 11 % del tanino en el país y el puerto de Formosa tenía una intensa actividad, ya que desde allí salían hacia el mundo muchos productos de la provincia, de Salta y de Bolivia.
El tercer ciclo, conocido como de la economía algodonera, dejó profundas huellas en el proceso social formoseño y se extendió entre 1940 y 1970. El cultivo del algodón es el nuevo eje del sistema productivo de Formosa y la explotación forestal, el tanino y la cría de ganado son desplazados como factores dinamizadores del crecimiento.
Fue por esos años cuando se produjo la autonomía política provincial con la sanción de la Constitución de Formosa, en 1957, y la ascensión del primer gobierno constitucional, en 1958.
Finalmente el cuarto y último ciclo, el actual, es el de la recuperación de la democracia y el de la búsqueda de un perfil productivo para la provincia. En 1983 la instalación de la democracia en el país lleva a la fórmula Floro Bogado-Lisvel Rivira a asumir el cuarto gobierno constitucional de la provincia de Formosa y el primero que culmina su período. En 1987 asume la gobernación la fórmula Vicente Bienvenido Joga-Gildo Insfrán, que en 199 1 es reelecta para un nuevo período hasta 1995, año en que asume el gobierno provincial, con mandato hasta diciembre de 1999, la fórmula Gildo Insfrán - Floro Bogado.
La restauración de la democracia en el país lleva trece años consolidándose en Formosa, donde tres gobiernos cumplieron sin interrupción su mandato constitucional.
Tres hechos salientes se pueden destacar de la gestión de estos gobiernos democráticos desde 1983. El primero es la reforma de la Constitución provincial de 1957, realizada entre fines de 1990 y principios de 1991, para adecuarla a las nuevas circunstancias a través de nuevos principios e instituciones constitucionales, el segundo, un esfuerzo orientado a la expansión de la economía provincial, diversificando el sistema productivo y ensanchando las bases estructurales para el desarrollo a través de caminos, energía y manejo de los recursos hídricos, lo que se acompaña con la expansión del sistema educativo y el sostenimiento de políticas sociales, y por último, una política orientada a instalar la provincia en el proceso de integración regional que la Nación Argentina desarrolla en el contexto del Mercosur, que implica nuevos desafíos políticos, económicos y culturales.

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