La casa atesora efectos personales, muebles, enseres domésticos,
fotografías, libros, correspondencia y algunas reproducciones
que le otorgan al conjunto un sentimiento de presencia del artista
Fernando Fader. En este ámbito natural y tranquilo típicamente
serrano, Fader aprovechó las impresiones visuales de las
diferentes temporadas del año, las variaciones del día,
las escenas de la vida cotidiana y labores rurales para plasmarlos
en sus telas.
En la segunda década del siglo XX, Fernando Fader construyó
esta amplia casona de ladrillo visto para estudio y habitación
en las serranías del Departamento Ischilín. Localizada
en un medio rural, propicio para mejorar su salud, los paisajes
del entorno de la vivienda se constituyen en la fuente de inspiración
para el artista. Emplazada sobre jardines escalonados y con un sistema
de riego y agua corriente original para esa región y época,
se destaca el comedor que ofrece una pintura decorativa mural y
el estudio donde pintó algunos de sus famosos paisajes.