La
Estancia Santa Catalina, fundada en 1622, es la más grande de
todas. Su Iglesia es uno de los mejores ejemplos del llamado
"Barroco colonial" en Argentina, con marcada influencia
de la arquitectura barroca centroeuropea.
La Estancia fue el gran centro de producción pecuaria (con miles
de cabezas de ganado vacuno, ovino y mular), amén del obraje
con sus telares y aparejos, la herrería, la carpintería, el
batán, los dos molinos, el gran tajamar y su alimentación subterránea
de agua que venía desde Ongamira, en la sierra a varios kilómetros
de distancia.
Tras la expulsión de la Compañía, fue adquirida por Don Francisco
Antonio Díaz en subasta promovida por la junta de Temporalidades,
permaneciendo en propiedad la familia hasta nuestros días. La
Estancia de Santa Catalina comprende la Iglesia monumental,
la residencia con sus tres patios y locales anexos, las ruinas
del noviciado, la ranchería (habitaciones para esclavos), el
tajamar, restos de acequias y molinos.
Santa
Catalina, enclavada en el corazón de una planicie suavemente
ondulada rica en vegetación, es una pieza esencial del nuevo
camino turístico, dadas sus calidades arquitectónicas, su valor
monumental y el mantenimiento del ambiente rural de su localización.
Sus dueños
posibilitan el uso turístico como lugar de visita controlada.
Esta estancia se halla en un paraje rural a 20 Km. al noroeste
de la ciudad de Jesús María, a 70 Km. de la ciudad de Córdoba
por ruta nacional Nº9 hasta Jesús María y luego por camino
provincial secundario.