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Los
rasgos paisajísticos y las particularidades
de la isla (algunas de las causas principales
para la necesidad de su conservación),
inspiran el que esta isla se transforme en un
atractivo turístico de importancia. Sin
embargo a la fecha la demanda actual por acceder
a la Isla de los Estados es virtualmente inexistente.
Esta falta de demanda tiene tres explicaciones:
la falta de conocimiento sobre los atractivos;
la presencia de otros destinos carismáticos
consolidados en la región y la difícil
accesibilidad del lugar.
Además del desconocimiento general que existe
sobre el lugar, existe poca información disponible
al público en general, sobre los atractivos
locales. Este desconocimiento no es exclusivo
de los turistas de origen nacional que visitan
Tierra del Fuego, sino que también es extensivo
a los turistas extranjeros.
En segundo lugar, el turismo que pasa por Ushuaia
tiene hoy en día destinos ya establecidos.
Estos atractivos incluyen el visitar la ciudad
más austral del mundo, el cabo de Hornos,
el acceder a la Antártida o formar parte
de itinerarios patagónicos que incluyen
destinos ya consolidados como Península
Valdés, Punta Tombo o el Glaciar Perito
Moreno.
En tercer lugar, para visitar la isla con cierta
seguridad de cumplir un itinerario, se necesita
contar con una embarcación capaz de sortear
en dos oportunidades el Estrecho de Le Maire
y capaz de enfrentarse a los vientos dominantes
de la zona en el viaje de vuelta. A ello se
suma la presencia normal en la isla de fuertes
vientos catabáticos (conocidos como williwaws)
que pueden poner en peligro a las embarcaciones
que transitan cerca de la costa y aún a las
embarcaciones fondeadas en los puertos de la
isla. Como ejemplo cabe mencionar que en 1997
se debió esperar nueve días en Puerto Hoppner
a bordo de un velero de 12mts. antes de intentar
regresar a Ushuaia, debido a la persistencia
de temporales de viento durante ese período.
En la isla no existe a la fecha infraestructura
turística por la dificultad de acceso,
el número bajo de visitantes y la falta
de recursos, no se puede pensar en una inversión
para infraestructura turística. Además
la embarcación debe contar con autonomía
de comida y combustible para enfrentar eventuales
retrasos debido al mal tiempo.
La capacidad de una embarcación para
poder proyectar itinerarios con relativa seguridad
estan directamente relacionadas al tamaño
de la embarcación y de su motor, las
reservas de combustible, agua potable y viveres,
y la disponibilidad de comodidades interiores
para el pasaje. La seguridad de itinerario se
veria incrementada con una embarcación
a motor de unos 20 - 25 mts. de largo que incluyera
una reserva de combustible de unos 3000 - 4000lts.
Hoy en día las embarcaciones que realizan
viajes a la Isla de los Estados con turistas
a bordo son en su totalidad veleros. Las únicas
embarcaciones que se acercan a las condiciones
mencionadas de tamaño y reserva de combustible
son las de la Armada Argentina.
Una alternativa de acceso a la isla podria plantearse
con helicópteros. Esta alternativa tiene
restricciones logísticas derivadas de
la distancia entre los aeropuertos de Río
Grande y Ushuaia y la Isla de los Estados, lo
que obligaría a disponer de reservas
de combustible en, por ejemplo Península
Mitre. Por otro lado este tipo de turismo solo
permitiría visitas puntuales y de muy
corta duración. Por último pero
no menos importante, estos artefactos provocan
fuertes impactos sobre concentraciones reproductivas
de aves y mamíferos marinos. En consecuencia
este tipo de iniciativas debería estar
limitada a fuera de la temporada reproductiva
de aves y mamíferos marinos, es decir,
de abril a agosto.
Otro aspecto que merece atención es la
capacidad de carga que admiten los ambientes
terrestres de la Isla de los Estados. Es claro
a nivel intuitivo que la capacidad de carga
de los ambientes admitiría sólo
el desembarco de grupos relativamente pequeños
de turistas. La capacidad de carga de ciertas
bahías con playas de grava gruesa en
sitios ya alterados por el hombre (Puerto Cook
o Bahía Croosley) será indudablemente
mayor que en suelos de evidente fragilidad como
Puerto Hoppner o Bahia Canépa.
Entendemos que el término "relativamente
pequeño" es ambiguo y no establece
límites claros que puedan estar plasmados
en un Plan de Manejo. No nos parece ni posible
ni apropiado establecer limites rígidos
a priori sobre la capacidad de carga de los
sitios, sino que analizar el problema con un
enfoque de manejo adaptativo que incluya un
enfoque precautorio, es decir, un enfoque en
el que las primeras intervenciones estén
guiadas por la prudencia ecológica mas
que por la obtención de altos niveles
de visitantes al lugar. Con este enfoque los
límites podrán ir modificándose
en base a la experiencia derivada de la fiscalización
y el control. Como ejemplo de situaciones que
pueden servir como experiencia podemos citar
lo ya mencionado sobre la construcción
del nuevo Faro San Juan de Salvamento.
Como indican también varios artículos
en la prensa argentina y el gran interés
de la prensa francesa, el nuevo Faro del Fin
del Mundo tiene potencial de transformarse en
un importante atractivo turístico. El
tema del nuevo faro se ha tratado en el Consejo
Provincial de Turismo, que es un organismo de
consulta en el que intervienen la Universidad
de la Patagonia, la Asociación de Guias
de Turismo, empresarios hoteleros y gastronómicos
y el Gobierno entre otros.
Evidentemente se está ante la presencia
de un hecho consumado. De la discusión
planteada en el Consejo Provincial de Turismo
se desprende que estas instalaciones podrían
tener un uso turístico. En este sentido
ya se esta ofreciendo el Faro del Fin del Mundo
como destino de excursiones turísticas
en veleros. No está claro si esto es
solo un efecto de la novedad o una tendencia.
Sin embargo, la provincia esta indefensa ante
un eventual incremento de la actividad en la
isla.
Por ultimo, si se desea potenciar la Isla de
los Estados como un destino turístico
y crear aceptacion para su conservación,
especialmente en la población local,
se debe difundir el conocimiento existente sobre
la isla, y la nesecidad de imponer limitaciones
al desarrollo extractivo.
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